viernes, 7 de septiembre de 2012

Capitulo 35: Cada dia me siento mejor

Lo encontré a el, ahí estaba, con una habitación diferente a la que salí esta mañana, no ha pasado ni media hora y esto ha cambiado
-Dani.....
- No...., siento que te tengas que despedir de esta habitación luego, la estrenaremos, pero ahora me tengo que duchar, que hemos quedado
- Quiero compensarte por hacer todo esto - le voy acariciando metiendo mi mano por su camiseta
- ¿Porque mojada estas tan sexy? - Me lo dice cuando entre nosotros no quedan ni dos centímetros
- Sabes que no me importa ducharme dos veces, ¿no?
En cuestión de segundos, sin darme cuenta estoy desnuda, junto a el en el baño
Guardamos silencio largo rato, casi flotando, casi soñando - Alargó la mano hacia mí, tan despacio que creí que jamás me tocaría. 
Tiró de mí hasta que las sensibles puntas de mis senos tocaron su pecho. El agua no sólo era caliente, sino también pesada, casi aceitosa. Las manos de Jamie flotaron por mi espalda hasta cerrarse en mis nalgas y me levantaron.
La penetración fue asombrosa. Con la piel caliente y resbaladi­za, nos unimos con una mínima sensación de roce o presión. Sin em­bargo, la presencia en mi interior era sólida e íntima, un punto fijo en un mundo acuático. Emití un sonido de sorpresa al sentir el agua caliente
- Me gusta —susurró
- ¿Qué te gusta?
-El ruido que has hecho. Ese gemido.
La piel ya había llegado al límite del en­rojecimiento. Dejé que el pelo me cubriera el rostro. 
-Lo siento, no era mi intención ser tan ruidosa - Empieza a reírse de mi
-He dicho que me gustaba. Y me gusta. Es una de las cosas que más me gusta de hacerte el amor. Los ruidos que haces.
Me sujetó más cerca y posé la frente en su cuello. De inmedia­to, el vaho brotó entre nosotros, resbaladizo como el agua cargada de azufre. Dani hizo un ligero movimiento y respiré hondo para sofocar un nuevo gemido.
- Sí, así—murmuró con suavidad—. O... ¿así?
- Mmm —musité. Volvió a reír, pero siguió haciéndolo.
- Recordaba...... -comentó mientras subía y bajaba las manos por mi espalda y delineaba la curva de mis caderas 
- Recordaba los sonidos tiernos que ha­ces cuando te hago el amor y te sentía a mi lado en la oscuridad, con la respiración rápida y el gemido suave que profieres cuando te pe­netro por primera vez, como si te dispusieras a hacer tu trabajo. - Acaba su frase, susurrando, en mi oido, queriendo que no nos oiga nadie, es nuestro secreto
Mi respiración, de hecho, ya era más acelerada. Sostenida por el agua densa y saturada de minerales, tenía la ligereza de una pluma aceitada. Lo único que me sujetaba eran mis manos en los hombros de Dani y la tensión que ejercía sobre él más abajo.
Sus manos se deslizaban con ternura y lentitud, se deslizaban hacia mi culo y descendían para tantear y acariciar el tieso y excitado punto de unión.

Gracias por leerlo, a los tres comentarios subire el siguiente, SED FELICES


5 comentarios: